¿Cuál es tu preferida?
Sobre gustos hay algo escrito: esta nota. Aquí, el cielo y el infierno de las galletitas dulces.
Las galletitas dulces son como una banda de rock con sus fieles seguidores y enardecidos detractores. Nadie logra ponerse de acuerdo: las mismas galles que algunos aman, son aborrecidas por otros. En un intento por pacificar a las hordas galletiteras argentinas, en Planeta JOY salimos al kiosco a probarlas y elegimos las 10 más ricas y las 10 más feas. Este es el veredicto.
EL CIELO
1. Mejor galletita de chocolate: Chocolinas. Lo más parecido al chocolate verdadero en versión galletita. Simples, nobles y adictivas, son infalibles para comer sólas con dulce de leche. Los fanáticos de la chocotora... las aman y las agradecen.
2. Mejor galletita de la infancia: Porteñitas. Emocionan no sólo por su nostalgia agradable, sino porque nos encanta el azúcar en forma de palmerita. Además, se pueden comer respetando su forma original como si estuvieras recorriendo un laberinto. Ideal para acompañar el mate.
3. Mejor galletita para la oficina: Bizcochos Don Satur. Son las cinco de la tarde y ya estás harto de contestar mails o de jugar al solitario, pero conocés una manera de levantar el ánimo: bajás al quiosco y te comprás un paquete de bizcochitos dulces Don Satur. Aunque cada uno tenga 800 calorías, la textura blanda y húmeda de la masa es sinónimo de vicio y distensión.
EL INFIERNO
1. Galletita masacote: Boca de dama. Galletitas para tías solteronas que dejan la marca del rouge en la taza. Nada peor que meter la mano en un paquete de Surtidas y en lugar de una rica mini Pepitos, pescar esta cosa insulsa y lenta de tragar. Sólo zafan las bañadas en chocolate que todavía venden en algunos almacenes de barrio.
2. Galletita triste: Pepas, de Terrabusi. Una montañita de galleta insulsa con un pico de mermelada solidificada que se pega a los dientes. No vale la pena engordar por su culpa. Un rotundo NO.
3. Galletita que hace migas: Ópera. Estas obleas deberían tener una única función: adornar las bochas de helado en restaurantes de baja calaña. Comerlas solas es un despropósito. Están rellenas de una crema casi imperceptible y llenan todo de migas. Si vamos a empalagarnos con una oblea, esperemos a que vuelvan las Champagne.
Sobre gustos hay algo escrito: esta nota. Aquí, el cielo y el infierno de las galletitas dulces.
Las galletitas dulces son como una banda de rock con sus fieles seguidores y enardecidos detractores. Nadie logra ponerse de acuerdo: las mismas galles que algunos aman, son aborrecidas por otros. En un intento por pacificar a las hordas galletiteras argentinas, en Planeta JOY salimos al kiosco a probarlas y elegimos las 10 más ricas y las 10 más feas. Este es el veredicto.
EL CIELO
1. Mejor galletita de chocolate: Chocolinas. Lo más parecido al chocolate verdadero en versión galletita. Simples, nobles y adictivas, son infalibles para comer sólas con dulce de leche. Los fanáticos de la chocotora... las aman y las agradecen.
2. Mejor galletita de la infancia: Porteñitas. Emocionan no sólo por su nostalgia agradable, sino porque nos encanta el azúcar en forma de palmerita. Además, se pueden comer respetando su forma original como si estuvieras recorriendo un laberinto. Ideal para acompañar el mate.
3. Mejor galletita para la oficina: Bizcochos Don Satur. Son las cinco de la tarde y ya estás harto de contestar mails o de jugar al solitario, pero conocés una manera de levantar el ánimo: bajás al quiosco y te comprás un paquete de bizcochitos dulces Don Satur. Aunque cada uno tenga 800 calorías, la textura blanda y húmeda de la masa es sinónimo de vicio y distensión.
EL INFIERNO
1. Galletita masacote: Boca de dama. Galletitas para tías solteronas que dejan la marca del rouge en la taza. Nada peor que meter la mano en un paquete de Surtidas y en lugar de una rica mini Pepitos, pescar esta cosa insulsa y lenta de tragar. Sólo zafan las bañadas en chocolate que todavía venden en algunos almacenes de barrio.
2. Galletita triste: Pepas, de Terrabusi. Una montañita de galleta insulsa con un pico de mermelada solidificada que se pega a los dientes. No vale la pena engordar por su culpa. Un rotundo NO.
3. Galletita que hace migas: Ópera. Estas obleas deberían tener una única función: adornar las bochas de helado en restaurantes de baja calaña. Comerlas solas es un despropósito. Están rellenas de una crema casi imperceptible y llenan todo de migas. Si vamos a empalagarnos con una oblea, esperemos a que vuelvan las Champagne.
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