Para la "leche", suele usarse crema para peinar...
Los "food stylists" se ocupan de engalanar los alimentos que deben someterse a sesiones de fotos.
Eso sí... después quedan muy lindos, pero no son comestibles.
Las
fotos de comida que aparecen en las revistas, la
foto de la pizza gigante en el cartel de la pizzería y los espumosos capuchinos que parecen llamarnos desde una fotografía, no suelen parecerse a la realidad. ¿Por qué? La periodista Mercedes Monti publicó en el diario La Nación un artículo en el que devela los secretos de las tentadoras imágenes:
"¿Cómo puede ser que en las publicidades y en las revistas los licuados y los cafés tengan tanta espuma? ¿Por qué cuando se cocina en casa las bolas de helado no salen tan redondas y los fideos se aplastan en el plato en lugar de formar esos sugestivos rulos que aparecen en los envases?
Es que, detrás de tanta perfección, hay una mano experta que, valiéndose de palillos, pinzas de dentista, bisturíes, hisopos y hasta horquillas para pelo, acomoda todo meticulosamente para que ninguna arveja ni remolacha se salga de su lugar.
Las profesionales que se dedican a estilizar la comida para los flashes se llaman food stylists, aunque acá deberían llamarse estilistas de alimentos, por ejemplo. Cocinan para las cámaras, desarrollan recetas para productos y libros de cocina.
Ellas pasan días enteros tratando a tomates y alcauciles como si fueran supermodelos para que se vean en todo su esplendor. Si bien hoy la tendencia es la cocina verdad, menos perfecta y más apetitosa, muchos platos no resisten ni el calor de las luces ni los largos tiempos que implica el estrellato, por lo que las food stylists deben recurrir a algunos trucos.
Paciencia
"Además de sentido estético, hay que tener mucha paciencia. Para hacer cada foto se tarda cerca de una hora. Hay que ser muy ordenado y lograr una desprolijidad prolija y armónica para que el plato se vea real. Un caso aparte son los
frentes de los envases, que requieren el triple de tiempo", indica Marcela Sorondo, con más de 30 años en la profesión.
Y hace algunas revelaciones: las ensaladas se rocían con agua para dar sensación de frescura, y "para que los helados y el chocolate no se marquen trabajo con
guantes de algodón, que no se calientan, y se lavan varias veces, para que no tengan pelusa". Cuenta también que el vapor que despiden las preparaciones calientes muchas veces pertenece, en realidad, a otro plato con aceite hirviendo, y luego, con Photoshop, se montan las dos fotos.
Cada food stylist dispone de una infinidad de vasos,
fuentes, tablas, paneras, bols, cubiertos y tazas que se amontonan en los estantes de su estudio. Se suman algunos aparatos que pertenecen a otras actividades a las que ellas les cambian el uso. Es el caso de las pistolas de calor que en la construcción se usan para levantar pintura y que ellas emplean para derretir el queso de las pizzas. A todas partes van con sus cajas de herramientas donde guardan pinceles, pinzas que permiten acomodar algo sin desarmar el resto, goteros para situar los líquidos en su debido lugar, espátulas, papel de cocina y más.
"Nada es al azar. Hasta las migas las ponemos con pinza", dice Marcela Lovegrove, también con 30 años de experiencia, mientras prepara lo que parece un simple licuado, pero lo sirve con un embudo para que no salpique; acomoda la espuma con una cuchara; coloca hielos de acrílico que no se derriten, y por encima, un copo de queso crema que se ve como crema batida, pero no se baja tan rápido.
"En una publicidad de comida hay más de 30 personas detrás de cámara y para filmar 30 segundos se tarda una semana ?asegura?. Para hacer un cucharón de sopa que vuelca sobre el plato podemos estar 12 horas. Lo mismo tardo para hacer una espuma de café que se vea perfecta, con burbujas grandes en los costados, chicas en el centro, y un marmolado circular arriba."
Ningún raviol termina posando por casualidad. Como el resto de los productos, debe pasar por un rigurosos casting. "Para elegir un pan para un pancho compro seis docenas y elijo", sigue Lovegrove.
Hace poco filmó una publicidad en la que una porción de torta vuela por el aire hasta estamparse en la cara de una chica. "Hicimos 15 tortazos hasta que salió bien. La torta no se tenía que desarmar hasta llegar a la cara, por eso la tuve que atar con hilos de pescar", confiesa.
Cereales y crema para peinar Lo cierto es que muchas veces la comida que se ve tan tentadora no es comestible. Pero como en algunas tomas estos bocados deben ser saboreados por un modelo, las food stylists recurren a un pegamento para dentaduras postizas que tiene la doble ventaja de no ser tóxico y tiene un color similar al pan, lo que lo vuelve ideal para rellenar con migas algún hueco.
Por su parte, la food stylist Emi Pechar cuenta que hace poco filmó un comercial para Alemania en la cima de un cerro. "Los cereales en la leche se humedecen al segundo. Por eso necesitaba algo que visualmente se pareciera a la leche, pero que los cereales no lo absorbieran. Generalmente uso Plasticola, pero esta vez elegí una crema para peinar que cuando se ilumina se ve como si fuera leche."
En las producciones de recetas para las revistas y en los ciclos de cocina prácticamente todo es real, pero igual deben tomarse recaudos. "Cuando se preparan platos en televisión, tienen que presentarse como van a quedar si alguien los prepara en su casa, pero existen trucos para que no se derrumben en el camino, como aumentar en una mousse la cantidad de gelatina", explica Pechar, que trabajó mucho tiempo en el canal de
cable Utilísima".
Fuente:
MINUTOUNO
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